sábado, 8 de septiembre de 2007

Marcos 1:4-8

“Comentario Analítico, Exegético y Homilético”
Marcos
Alex Donnelly


MARCOS 1:4-8


4 Bautizaba Juan en el desierto[1], y predicaba el bautismo de arrepentimiento para
perdón de pecados. 5 Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos de Jerusalén;
y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Y Juan estaba
vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía
langostas y miel silvestre. 7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más
poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado.
8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo”


Pasajes Paralelos: Mateo 3:1-6; Lucas 3:1-17; Juan 1:19-31


I. ANÁLISIS

Habiendo mencionado las profecías acerca del Mensajero (Juan el Bautista), Marcos ahora describe su ministerio. Éste consistía en la predicación del “bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados” (v.4). El impacto de este ministerio fue grande; gente venía de toda la provincia de Judea a ser bautizado por Juan, en el Jordán (v.5). La vestimenta de Juan hacía recordar al profeta Elías (v.6a); su comida era de lo más sencillo (v.6b). Aunque su ministerio causó un tremendo impacto, Juan reconoció que uno mucho mayor que él estaba por llegar – el Mesías (v.7). Juan bautizaba en agua, pero el Mesías iba a bautizar “con Espíritu Santo” (v.8).


Bosquejo de un mensaje textual sobre Marcos 1:4-8


Introducción – el contexto geográfico del ministerio de Juan (“en el desierto”, v.4a); para el
contexto histórico, ver Lucas 3:1-2.


1. El Ministerio de Juan (v. 4, 6-8)

a. Un Ministerio Profético (v.6-8)

i. Su Vida (v.6)

- Su Vestimenta (v.6a)
- Su Alimentación (v.6b)

ii. Su Mensaje (v.7-8)

b. Un Ministerio Preparatorio (v.4)

i. Su Predicación – “arrepentimiento”
ii. Su Actividad – “Bautizaba…”


2. El Impacto de Juan (v. 5)

Muchísimas personas:

a. Venían a Escucharle

b. Confesaban Sus Pecados

c. Eran Bautizados


Conclusión: ¿Aspiramos tener tal ministerio? ¿Cuáles son las condiciones que debemos
cumplir?




II. EXÉGESIS



Verso 4

Bautizaba[2] Juan en el desierto…”

Marcos no nos ofrece mayores detalles acerca de quién era Juan. Para eso tenemos que ir a Lucas 1:5-25 y 57-80. Juan el Bautista fue el único hijo de Zacarías y Elizabet, una pareja de ancianos que vivían en la zona montañosa de Judea (v. 39-40). Su nacimiento fue anunciado por un ángel, cuando Zacarías estaba ministrando en el templo, cumpliendo su oficio de sacerdote (v.11). Juan fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre (v. 15; comparar v.41, 44). Al nacer, Lucas dice que Juan “se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel” (v.80).

El nombre, “Juan”, en griego es ‘Ioannes’ (latín, ‘Johannes’). Se deriva del hebreo, ‘Johanán’ (ver 2 Rey 25:23; etc.), que significa ‘la gracia o la misericordia de Jehová’ (ver Gén 33:11, ‘hecho merced”). El nombre fue asignado por Dios, por medio del ángel (Lucas 1:13), y ratificado por sus padres (Lucas 1:60-63). En Lucas 1:58 leemos que el nacimiento de Juan constituyó una evidencia de la misericordia de Dios para con Elizabet; sin embargo, la mayor misericordia fue la demostrada para con todo el pueblo de Israel (ver Lucas 1:72, 78).

El “desierto” donde Juan desarrolló su ministerio fue “el desierto de Judea” (Mateo 3:1)[3]. Esta es la región que se ubica entre Jerusalén y el valle del Jordán, a lo largo del Mar Muerto (ver mapa bíblico). No era un lugar totalmente desértico, sino una zona montañosa, de poco uso para la agricultura.

¿Qué atrajo Juan al desierto? Podría haber sido simplemente la soledad, donde Juan pudo dedicarse a buscar a Dios, evitando las tentaciones y distracciones de la vida urbana. Por otro lado, el desierto físico representaba muy bien el ‘desierto’ espiritual que reinaba en Israel en ese tiempo. El pueblo de Dios no estaba produciendo ‘fruto’ espiritual; había una ‘aridez’ y una ‘estirilidad’ espiritual entre el grueso de los judíos (ver la parábola de la higuera estéril; Marcos 11:12-14).

Sin embargo, debemos notar que en el AT, el ‘desierto’ tiene un significado importante. El ‘desierto’ fue el lugar donde Dios se reveló al pueblo de Israel, cuando salieron de Egipto. Oseas 2:14 identifica el ‘desierto’ como el lugar donde se efectuaría la reconciliación con Dios, y se hallaría la renovación espiritual.

Para el primer siglo, el ‘desierto’ era considerado el lugar donde el Mesías se manifestaría[4]. Dado a que Juan estaba preparando el camino para el Mesías, escogió el ‘desierto’ como un lugar apropiado para desarrollar su ministerio. Lucas 1:80 dice que Juan estuvo “en lugares desiertos” (plural), hasta el momento en que comenzó a desarrollar su ministerio (cerca al río Jordán)[5]. El uso del plural aquí, indica que Juan no quedó en un solo lugar, sino que iba de ‘desierto’ en ‘desierto’, preparándose para servir a Dios.

Juan comenzó su ministerio cuando le “vino palabra de Dios…” (ver Lucas 3:2). Esta palabra de revelación profética no le vino a Juan por haber cursado estudios rabínicos, sino por haber estado en la ‘escuela’ de Dios, a solas en el desierto. Juan comenzó su ministerio por el año 26 d.C. (Lucas 3:1) Su manifestación fue tan dramática como la de Elías. Ambos se manifestaron a Israel, trayendo la palabra de Dios, a un pueblo sumergido en el pecado y la apostasía espiritual[6].


El verbo, “bautizaba” (‘baptizo’), significa ‘sumergir’[7] o ‘limpiar/lavar con agua’ (ver Marcos 7:4, donde las palabras, “se lavan”, son la traducción del verbo, ‘baptizo’). Los judíos practicaban varios rituales asociados con lavamientos de índole religioso (ver Lev 15:5, 8; Núm 19:7; Heb 9:10). Uno de estos rituales era practicado por los prosélitos, cuando se convertían al judaísmo. El lavamiento con agua que ellos practicaban, señalaba que se estaban purificando de los errores cometidos como paganos e idólatras. Por medio de este lavamiento, se estaban purificando para servir a Dios. Is 1:16 relaciona el lavamiento con el arrepentimiento.

Al adoptar el rito del bautismo, Juan estaba dando a entender que el pueblo de Dios se había vuelto igual que los paganos (comparar Rom 2:25), y que por ende tenían que bautizarse, como si estuvieran convirtiéndose a Dios por primera vez. ¡No podían confiar en que simplemente eran descendientes de Abraham (ver Lucas 3:8)! Para comenzar una vida dentro del reino de Dios, tenían que limpiarse de sus pecados pasados, y comenzar a vivir como verdaderos judíos (ver Lucas 3:10-14). Al bautizar a la gente, Juan estaba indicando que su ministerio consistía en reunir al verdadero pueblo de Israel, y prepararlos para la manifestación de Dios (ver Lucas 1:17b).


“…y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados

La palabra, “predicaba”, es ‘kerusson’[8]; viene del verbo ‘kerusso’, que significa ‘anunciar como un heraldo (‘kerux’)’. Según Mat 3:2, el anuncio de Juan se centró en la inminente llegada del reino de Dios. El bautismo que acompañó su mensaje, fue un bautismo de arrepentimiento, con miras al perdón de los pecados. Su propósito era preparar al pueblo para ingresar al reino de Dios que se estaba por manifestar[9].


La palabra “arrepentimiento” es ‘metanoia’. Significa ‘un cambio de pensamiento’, que conlleva un cambio de vida (‘conversión’). Ver Mat 3:7-10; Lucas 3:10-14.

“Por arrepentimiento él quería decir volverse completamente, dar una vuelta
completa, una vuelta sincera del pecado, incluyendo una entrega a una vida
cambiada y una determinación para evitar el pecar. El arrepentimiento comprendía
un cambio radical de mente, corazón y voluntad”[10].

Los profetas enfatizaban esto, hablando de la necesidad de ‘volver a Dios’. Este ‘retorno a Dios’ implicaba la necesidad de dejar de hacer aquellas cosas que ofenden a Dios. El llamado al arrepentimiento, por parte de Juan, implicaba que el pueblo de Dios se había vuelto tremendamente pecaminoso, y estaba en la imperiosa necesidad de arrepentirse, y volver a Dios.

El arrepentimiento incluye tres elementos importantes:

a. Un entendimiento de la maldad del pecado, como algo cometido contra Dios (Sal 51:4), y que por ende constituye una ofensa contra Él (Jer 44:4).
b. Una profunda tristeza por los pecados cometidos (2 Cor 7:10).
c. Un propósito serio de abandonar el pecado, y vivir una vida de santidad ante los ojos de Dios.


En el tiempo de Juan, el pueblo de Dios estaba bajo el yugo romano. Muchos judíos estaban incentivando a sus compatriotas a tomar armas, para resistir a los romanos, y expulsarlos de la Tierra Prometida. Juan no se une a ellos. Más bien, llama a la gente a reconocer su pecaminosidad, y a arrepentirse delante de Dios. ¡Sus pecados eran mayores enemigos que los romanos! ¡Sus pecados los tenían más esclavizados que los invasores!


El arrepentimiento era “para perdón de pecados”; es decir, su meta era obtener el perdón de los pecados. El verbo, ‘afiemi’, se usa en la LXX para traducir varios verbos en hebreo, que tienen el sentido de ‘soltar’ o ‘liberar’. El ‘perdón’, entonces, implica ‘soltar’ a alguien de la culpa o de la condenación del pecado.

La ley de Moisés solo ofrecía la purificación ceremonial de pecados cometidos; los sacrificios de los animales no lograban el perdón completo de los pecados, porque no podían expiar el pecado (ver Heb 10:1-4). El verdadero perdón de los pecados viene en el Nuevo Pacto, introducido por Cristo, y anticipado en el bautismo de Juan.

¿Cuál era la relación entre el bautismo de Juan y el perdón de los pecados? No estamos seguros. Lo que sí está claro es que el bautismo, por sí solo, no efectuaba el perdón de los pecados. El perdón dependía de una verdadera actitud interna, de un quebrantamiento ante Dios, de un reconocimiento de culpabilidad, y de una decisión seria de cambiar la forma de vida. Por eso Juan exhortaba, “Haced frutos dignos de arrepentimiento” (Mat 3:8).

NOTA: Aunque Marcos no explica el propósito del arrepentimiento y el bautismo (a lo menos,
no en forma explícita), los otros evangelistas si lo hacen, indicando que el
arrepentimiento se debe a la próxima venida del Mesías, quien viene a juzgar al pueblo
de Dios (Mat 3:10-12; Lucas 3:7-9).


Verso 5

Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén…”

A pesar de que Juan desarrolló su ministerio en un lugar poco conveniente (en un ‘desierto’), y anunció un mensaje poco atrayente (el arrepentimiento del pecado), el impacto de su ministerio fue tremendo. El verbo, “salían” (imperfecto), indica una acción continua; día tras día, la gente salía de Jerusalén y las zonas aledañas, para escuchar a Juan predicar, y ser bautizados por él. Como un comentarista afirma, Juan vació las ciudades, y llenó el desierto. ¡Qué ministerio!

Las palabras, “toda” y “todos”, no deben ser tomadas literalmente; apunta, más bien, a toda clase de gente – ‘pecadores’ y justos, fariseos y saduceos (Mat 3:7), ricos y pobres (Lucas 3:10), soldados y ‘publicanos’ (Lucas 3:12, 14).

El historiador, Josefo, confirma esta descripción del ministerio de Juan. Él habla de muchas personas que se congregaron para oír a Juan el Bautista, conmovidos tremendamente al escuchar sus palabras (ver Antigüedades, XVIII. 118). Un comentarista afirma que hasta un millón de personas podrían haber acudido a escuchar a Juan[11].

Marcos menciona Jerusalén y Judea. Mat 3:5 añade, “y toda la provincia de alrededor del Jordán”. Sabemos que también vinieron de Galilea, porque algunos de los discípulos de Juan eran del norte (Juan 1:40-41).

Luego de 400 años de silencio, la auténtica palabra profética se escucha de nuevo, y el pueblo de Dios reconoce en Juan un verdadero siervo de Dios. No solo lo reconoce, sino que salen al desierto para escucharle proclamar el mensaje de Dios.


y eran bautizados por él en el río Jordán

Como ya hemos notado, los judíos practicaban una suerte de ‘bautismo’ para los prosélitos, cuando un gentil quería convertirse al judaísmo[12]. Sin embargo, nunca se habían bautizado judíos, como Juan lo hacía. Ellos se consideraban hijos de Abraham, y por ende automáticamente parte del reino de Dios. Según el concepto popular, ningún judío podía ‘perderse’, espiritualmente[13]. Sin embargo, Juan niega eso (ver Mat 3:8-9), y llama a toda la nación a bautizarse, en señal de arrepentimiento.


“…confesando sus pecados

Aunque el mismo acto de descender a las aguas del Jordán para ser bautizados constituía una confesión implícita de su pecaminosidad, es probable que el bautismo fuera acompañado por una confesión verbal de sus pecados.

El verbo que Marcos usa aquí (‘exomologeo’[14]) es una palabra compuesta. El verbo básico es ‘logeo’, que significa ‘hablar. El prefijo, ‘omo’, significa ‘junto’ (y la preposición, ‘ek’ es para dar mayor énfasis al verbo). Por ende, la idea bíblica de ‘confesar’ algo es, ‘hablar junto con’ (es decir, ‘hablar la misma cosa que’) Dios; en este contexto lo que se estaba ‘confesando’ era la pecaminosidad de las personas que venían a bautizarse.

El análisis de este verbo apunta a la esencia de la confesión del pecado. Implica ponernos de acuerdo con Dios, y afirmar (juntamente con Él), que lo que Él dice acerca de nosotros es verdad – somos pecadores (Rom 3:23). Por ende, al confesar nuestros pecados, no debemos tratar de minimizarlos, o excusarnos, o poner pretextos. Lo que se requiere es simplemente ponernos de acuerdo con Dios acerca de lo que Él dice de nosotros (comparar 1 Juan 1:8-10).


Verso 6

Y Juan estaba vestido de pelo de camello

Esta vestimenta sería bastante incómoda, dado a que los largos pelos de los camellos irritarían la piel. ¿Por qué la usaba? En primer lugar, porque era la vestimenta de la gente pobre (Cristo afirmó que Juan no se vestía de ropas espléndidas; Mat 11:8). En segundo lugar, porque parece haber sido la insignia de un profeta (ver Zac 13:4). En tercer lugar, esta vestimenta apuntaba a que Juan se consideraba el cumplimiento de la profecía de Mal 4:5, acerca de la venida del profeta Elías antes de la llegada del Mesías (comparar la descripción de Elías, en 2 Rey 2:8).

¡Juan heredó tanto la pobreza material, como el poder y la autoridad espiritual de Elías! Demasiados predicadores desean el poder espiritual, pero no la pobreza o sencillez de vida (que frecuentemente es la condición para tener poder espiritual).


NOTA: El uso del verbo en el imperfecto (‘en’; “estaba vestido…”) apunta a una actividad
continua de Juan. ¡Su forma de vida era así!




y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos

Este cinto era para juntar la ropa, por la cintura, para dar mayor libertad al caminar, etc. Normalmente, la gente usaba un cinturón adornado. Juan usó un simple cinturón de cuero.


y comía langostas y miel silvestre

Esta era la comida del desierto, y apunta a una vida de gran sencillez y pobreza. Las langostas se comían secas o hervidas en agua salada (Barnes). Lev 11:2 permitía al judío comer langostas.

La “miel silvestre” probablemente venía de panales que las abejas hacían entre las rocas, o en algunos árboles del desierto.


Verso 7

Y predicaba, diciendo…”

Esta parece ser la segunda etapa del ministerio de Juan. Primero predicó acerca del pecado, y la necesidad de arrepentirse de ello (aceptando el bautismo como un símbolo de la limpieza espiritual que se ansiaba tener). Luego, una vez que captó la atención del pueblo, y presintió que el momento propicio había llegado, comenzó a predicar acerca de la venida del Mesías. Aquí es interesante notar también Lucas 3:15-16, que indica que Juan comenzó a predicar con mayor claridad acerca de la venida de Cristo cuando se dio cuenta que muchas personas estaban pensando que él (Juan) era el Mesías.


El mensaje de Juan apunta a un énfasis escatológico. Su ministerio no era un fin en sí, sino el medio para alcanzar un fin. El fin era la manifestación de Aquel que es más poderoso que él – es decir, del Mesías. Para los judíos la manifestación del Mesías marcaba el tiempo del fin (el ‘esjaton’); comparar Heb 1:2.


“…Viene tras mí el que es más poderoso que yo…”

Según Juan 1:15, la superioridad de Cristo se debe a Su preexistencia; aunque debemos notar que Juan 1:14 habla de la “gloria…del unigénito del Padre”, y el v.16 habla de la “plenitud” (de Dios) en Cristo. Todas estas cosas son parte de la superioridad de Cristo sobre Juan.


“...a quien no soy digno[15] de desatar encorvado la correa de su calzado

Quitar las sandalias de los pies de alguien era considerado como el trabajo de un esclavo. La tarea era vista como algo tan denigrante, que un siervo judío no estaba obligado a hacerlo (Mekilta sobre Ex 21:2). Un rabino judío (Josué ben Levi) dijo, “todo los servicios que un esclavo brinde a su amo, deben ser cumplidos por un discípulo a su maestro, con la excepción de remover su calzado” (Cranfield, p. 48).

Solo Marcos habla de agacharse (“encorvado”) para quitar las sandalias de Cristo. Mat 3:11 habla de ‘llevar’ las sandalias, mientras que Lucas 3:16 habla de ‘desatar la correa’ de las sandalias del Mesías. Obviamente cada evangelista complemente el relato de los otros.

Estas palabras apuntan a la tremenda humildad de Juan, ante un reconocimiento profundo y real de la grandeza de Cristo. ¡Algo que nos hace mucha falta a los predicadores en estos tiempos! Lo interesante es que aunque Juan realmente se consideraba indigno de desatar la correa de las sandalias de Cristo, ¡terminó bautizándolo (Mat 3:13-15; Marcos 1:9)!


Verso 8

Yo a la verdad os he bautizado con agua…”

Marcos usa el verbo en el aoristo (“os he bautizado”). Cranfield lo explica como un modismo hebreo, en el cual el verbo perfecto se usa con el sentido de un verbo en tiempo presente, y observa que los textos paralelos en Mateo y Lucas usan ‘baptizo’, que está en tiempo presente (Mat 3:11; Lucas 3:16). Sin embargo, Swete afirma que el aoristo indica que la carrera de Juan, como el bautista, había llegado a su fin. Ya cumplió con bautizar a la gente; lo que quedaba ahora era solo la manifestación del que bautizaría con o en el Espíritu Santo.


“…pero él os bautizará con Espíritu Santo

Muchos MSS omiten el artículo definido (‘el Espíritu Santo’); sin embargo, Cranfield afirma que esto no es de gran importancia, y cita Mat 1:18; Lucas 1:15, 35; 2:25, como otros versos donde se omite el artículo definido en el texto en griego, a pesar de que la referencia es al Espíritu Santo.

Varias profecías del AT predicen el envío del Espíritu Santo en los últimos tiempos, en relación con la llegada del Mesías (ver Joel 2:28s; Is 32:15; 44:3; Ezeq 36:25-27; 37:14; 39:29).


La frase, “con Espíritu Santo”, traduce la expresión en griego, ‘en pneumati jagio’. La preposición, ‘en’, seguida por un sustantivo en el caso dativo (como ocurre aquí), indica la esfera de una acción; por ende, la traducción de la RV, “con Espíritu Santo”, no es la mejor[16] (para mayores detalles, ver el Apéndice, ‘El Bautismo en el Espíritu Santo’ (p.16-17).


NOTA: Mat 3:11 y Lucas 3:16 añaden las palabras, “…y fuego”. La forma de palabras de
Marcos se encuentra en Juan 1:33 y Lucas 1:5. En el contexto del ministerio de Juan, la
referencia a ‘fuego’ debe ser entendida en relación con juicio (ver Mat 3:10, 12; Lucas
3:9, 17). En el bautismo de Juan, el agua simbolizaba la purificación de los pecados; de
igual modo, en el bautismo de Cristo, el fuego simboliza la purificación de los pecados, por
obra del Espíritu Santo.


Hoy en día cada persona que bautiza está en la misma condición de Juan. Puede bautizar en agua, pero depende de la obra de Cristo para el bautismo en Espíritu Santo. ¡Solo Cristo puede conceder el Espíritu Santo!


III. HOMILETICA


TEMA “El Ministerio que Agrada a Dios

Juan el Bautista nos provee un buen modelo de la clase de ministerio que agrada a Dios.

¿Cuáles fueron las características del ministerio de Juan?

A la luz de Marcos 1:4-8, podemos señalar CUATRO características de un ministerio que agrada a Dios.


1. Consagración (v.4a)

Juan se fue al desierto, para consagrarse a Dios, y a Su servicio. Juan no vivió una vida de satisfacción personal, sino que se dedicó por completo al servicio de Dios, como un Nazareno.


2. Sacrificio (v.6)

En el desierto, Juan vivió una vida bastante austera. Servir a Dios implicó un gran sacrificio, por parte de Juan. Sacrificó su dieta, su apariencia, su comodidad, etc. Pero por ello, fue recompensando con el poder de lo alto.


3. Un Llamado al Arrepentimiento (v.4b)

Juan enfocó su mensaje sobre el problema del pecado, y la necesidad de arrepentirse de ello, para obtener el perdón de los pecados. No escatimó sus palabras; denunció al pecado por nombre (ver evangelios paralelos), y llamó a todos al arrepentimiento.


4. Apuntó a Cristo (v.7-8)

El anhelo ferviente de Juan era que la gente conociera a Cristo. En todo su ministerio, apuntó a la venida de Cristo. Mencionó la excelencia de Su Persona (v.7), y la superioridad de Su ministerio (v.8).


Conclusión

Cuando servimos en una manera que agrada a Dios, podemos esperar la bendición de Dios. Esto fue lo que Juan halló (v.5). Dios lo usó grandemente, porque sirvió a Dios en forma espiritual.









APÉNDICE: “El Bautismo en el Espíritu Santo”

Hay mucho debate acerca de esta frase, que se usa en relación con una posible segunda experiencia del Espíritu Santo, frecuentemente relacionada con el don de lenguas. El propósito de este Apéndice es analizar las frases bíblicas, y explorar su significado.

A continuación presentamos las frases en griego (con sus respectivas traducciones literales), siguiendo el texto de Nestle Aland (26ava. Edición), que es reconocido por los estudiosos como el más fidedigno de los textos del NT en griego.


MATEO 3:11

ego…baptizo en judati…autos…baptisei en pneumati jagio kai puri’
Yo… bautizo en agua… Él… bautizará en Espíritu Santo y fuego


MARCOS 1:8

ego ebaptisa ( )[17] judati, autos…baptisei…(en)[18] pneumati jagio’
Yo bauticé en o con agua, Él .... bautizará… en Espíritu Santo


LUCAS 3:16

‘ego… judati baptizo…autos…baptisei en pneumati jagio kai puri
Yo en o con agua bautizo, Él… bautizará en Espíritu Santo y fuego


JUAN 1:33

jo pempsas me baptizein en judati joutos estin jo baptizon en pneumati jagio’
El que me envió a bautizar en agua, este es el que bautiza en Espíritu Santo


HECHOS 1:5 (y 11:16)

ebaptisen judati… en pneumati baptisthesthe jagio’
(Juan) bautizó en o con agua… (ustedes) en Espíritu serán bautizados Santo


En cada evangelio, tanto la palabra ‘agua’ como ‘Espíritu Santo’, están en el caso dativo (‘judati’, ‘pneumati jagio’). El dativo se usa en dos sentidos: locativo (se traduce, ‘en agua’; ‘en Espíritu Santo’) o instrumental (se traduce, ‘con agua’; ‘con Espíritu Santo’). Sin embargo, cuando se usa la preposición, ‘en’ (que significa, ‘en’), el sustantivo que sigue se expresa en el dativo, y el sentido siempre es locativo.

Aunque la RV (como la mayoría de las versiones de la Biblia en español) traduce estas frases, ‘con agua’ y ‘con Espíritu Santo’, habría que notar cuatro cosas:

1. En los evangelios y en Hechos, la frase que describe el ‘bautismo’ en relación con el Espíritu Santo siempre lleva la preposición, ‘en’, seguida por ‘Espíritu Santo’ en el caso dativo. Esto significa, que se debiera traducir, ‘bautizar en Espíritu Santo’.

2. En dos de los evangelios (Mateo y Juan), la frase que habla del ‘bautismo’ con agua, también usa la construcción, ‘en’, seguida por el sustantivo en el caso dativo, que apunta al sentido locativo; por ende, se debiera traducir, ‘bautizar en agua’.

3. En dos de los evangelios (Marcos y Lucas), y en Hechos, cuando se habla del bautismo en agua, no aparece la preposición, ‘en’; por ende, la construcción del sustantivo en el caso dativo (‘judati’) podría ser traducido como locativo (‘en agua’) o instrumental (‘con agua’). Sin embargo, la traducción, ‘en agua’, se hace más factible por la construcción de ‘en’ seguido por ‘judati’, en los otros evangelios (Mateo y Juan).

4. Si el verbo, ‘bautizar’, tiene el sentido de ‘sumergir’, y no simplemente, ‘lavar’ (ver Nota 6, p. 10), entonces la frase tendría que ser traducida, ‘bautizar en agua’; por ende el paralelo sería ‘bautizar en Espíritu Santo’.


Finalmente, debemos notar que el agente del bautismo espiritual, no es el Espíritu Santo, sino Cristo. En otras palabras, el ‘bautismo en Espíritu Santo’ no es uno efectuado por el Espíritu Santo, sino por Cristo.












[1] “Así se presentó Juan, bautizando en el desierto y predicando…” (NVI);
“Sucedió que Juan se presentó en el desierto bautizando…les decía…” (DHH);
“Juan el Bautista apareció en el desierto predicando…” (BDLA).
Para una explicación de estas diferentes traducciones (especialmente la de BDLA), ver comentario exegético, y Nota 2.
[2] Las diferentes traducciones ofrecidas en las versiones de la Biblia (ver Nota 1) se deben, tanto a ciertas variantes en el texto original, como a diferencias en la forma de interpretar el texto. La mayoría de los MSS en griego comienzan, ‘egeneto Ioannes baptizon’, que significa ‘Vino Juan bautizando’. Sin embargo, algunos MSS antiguos añaden el artículo definido (‘jo’) antes de ‘baptizon’, que da el sentido ‘el (que está) bautizando’; es decir, ‘el Bautista’ (BDLA, Nota 1). El título, ‘el Bautista’ generalmente se expresa, ‘jo baptistes’ (ver Marcos 6:25; 8:28); sin embargo, en algunos casos se usa la forma, ‘jo baptizon’ (Marcos 6:14, 24).
[3] Lucas 3:3 señala que Juan no quedó en un solo lugar, sino que desarrolló su ministerio “por toda la región contigua al Jordán”. Juan 1:28 ubica el ministerio de Juan al este del río Jordán.
[4] Por ende, la tendencia de relacionar el desierto con movimientos mesiánicos revolucionarios (Hch 21:38; comparar Mat 24:26).
[5] Lucas 3:1-3 indica el momento histórico en el cual Juan comenzó su ministerio.
[6] Para mayores detalles acerca de la condición moral y espiritual de Israel en ese tiempo, ver Edersheim, La Vida y Tiempos de Jesús el Mesías (Libro II, cap. XI).
[7] Usos interesantes del verbo, ‘baptizo’, en la LXX (donde únicamente se usa para traducir el verbo hebreo, ‘tabal’) incluyen Lev 14:6, 51 (de una ave que se mojaba en la sangre de otra ave), Núm 19:18 (de mojar hisopo en el agua), Deut 33:24 (de mojar el pie en aceite), Rut 2:14 (de mojar un bocado de pan en vinagre), 2 Rey 5:14 (de Naamán zambulléndose en el río Jordán). Todos estos textos indican que ‘bautizar’ involucraba sumergir en un líquido (no simplemente echar un líquido sobre algo). Para mayores detalles, ver el comentario de Barnes sobre Mat 3:7.
[8] Marcos usa el participio, que significa (literalmente), ‘predicando’.
[9] Para mayores detalles acerca del ‘Reino de Dios’, ver Edersheim, op. cit., Libro II, cap. XI.
[10] R. Brown, op. cit., p. 13.
[11] Ver, The Fourfold Gospel.
[12] Edersheim (op. cit.) describe esto, en al Apéndice XII, ‘Sobre el Bautismo de los Prosélitos’
[13] Por ejemplo, un escrito de los judíos presenta a Abraham sentado a la puerta de Gehena (el infierno), para salvar a cualquier judío que corría el riesgo de ser consignado a ese lugar. Para mayores detalles acerca de la excesiva fe que los judíos depositaban en ser hijos de Abraham, ver Edersheim, op. cit., Libro II, cap. XI.
[14] Es interesante notar que el verbo, ‘exomologeo’, se usa en el AT de glorificar a Dios (Josué 7:19). En el NT este verbo se usa en el sentido de ‘alabar a Dios’, en Mat 11:25. El uso de este verbo en relación con la palabra ‘pecado’ (‘jamartia’) se halla en la LXX solo en Dan 9:20.
[15] La palabra que Marcos usa es ‘jikanos’, que conlleva la idea de ‘suficiente’ o ‘competente’ (ver 2 Cor 2:16; 3:5). Juan 1:27 emplea el término, ‘axios’, que significa ‘digno’ (ver Lucas 15:19).
[16] Podemos notar que la NVI, aunque el texto dice “los bautizará con el Espíritu Santo”, ofrece una traducción alternativa, ‘en el Espíritu Santo’ (en una nota al pie de página).
[17] Algunos MSS antiguos añaden la palabra ‘en’, pero Nestle Aland lo omite.
[18] Algunos MSS antiguos omiten la palabra ‘en’, pero Nestle Aland lo incluye.

Marcos 1:1-3

Comentario Analítico, Exegético y Homilético”
Marcos
Alex Donnelly


MARCOS 1:1-3


“1. Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2. Como está escrito en Isaías el
profeta:

He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz,
El cual preparará tu camino delante de ti
3. Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor;
Enderezad sus sendas”.


Pasajes paralelos: Is 40:3; Mal 3:1; Mat 3:3; 11:10; Lucas 3:4-6; 7:27.


I. ANÁLISIS


Estos versos constituyen la introducción al evangelio de Marcos. Consisten de un encabezamiento (v.1), y dos citas de los profetas (v.2-3). La relación entre estas dos partes es que el “evangelio de Jesucristo” (v.1) constituye el cumplimiento de las profecías del AT. El v.1 describe la Persona de Cristo, mientras que los vv. 2-3 describen la figura del Mensajero (Juan el Bautista). En estos versos tenemos, en forma embrionaria, todo el evangelio (ver bosquejo del sermón sobre estos versos en la sección, “Homilética”).




II. EXÉGESIS

Verso 1

Este verso es el encabezamiento de todo el evangelio. Sirve casi como un título para todo el evangelio (aunque ver notas siguientes).


“Principio del evangelio…”

¿A qué se refiere Marcos, cuando habla del “Principio del evangelio” (‘Arje tou euangeliou’[1])? Algunos argumentan que se refiere al ministerio de Juan el Bautista, como heraldo de Cristo (ver Hch 1:21-22; 10:37-28, y comparar Lucas 3:1-3)[2]. Otros afirman que la frase debe ser entendida de todo el evangelio de Marcos, indicando que todo lo que Marcos describe en este evangelio es solo el inicio de todas las ‘buenas noticias’ de Cristo (comparar Hch 1:1)[3]. Una tercera interpretación es que la palabra, “Principio…”, refiere solo a los eventos narrados en v.2-13, que constituyen una suerte de introducción al ministerio terrenal de Cristo, que comienza en v.14.

NOTA: En realidad, el ‘evangelio’ comenzó, en la eternidad, cuando el Hijo fue destinado a ser
el Salvador del mundo (Apo 13:8). Este ‘evangelio’ fue anunciado por primera vez, en
Gén 3:15 (conocido como el ‘proto evangelio’). Luego, a lo largo del AT el ‘evangelio’
fue anunciado, tanto en símbolos y ‘sombras’, como por los profetas. La manifestación
de Juan el Bautista fue simplemente la culminación de miles de años de preparación,
por parte de Dios, de las ‘buenas noticias’ de salvación.


Mateo y Lucas comienzan sus narrativos de la vida de Cristo con el relato de Su nacimiento; Juan va mucho más atrás, y comienza con la eternidad del Verbo (Juan 1:1-18). Marcos comienza su relato con el ministerio de Juan el Bautista, el heraldo de Cristo.

La palabra ‘evangelio’ es de gran importancia en el NT, pero es importante entender cómo los autores de la Biblia emplean esta palabra (especialmente en los relatos de la vida de Cristo[4]). Aunque el término, ‘euangelion’, es una palabra griega, debemos notar la manera en que esta palabra se usa en la LXX. En esta versión del AT en griego, los traductores usaron el término ‘euangelion’ para traducir la palabra hebrea ‘basar’. Esta palabra casi siempre significa, ‘anunciar buenas noticias’ (ver 1 Rey 1:42; Jer 20:15). Sin embargo, el uso más importante de esta palabra está en relación con el anuncio de las ‘buenas nuevas’ de la manifestación del Reino de Dios (ver Is 40:9; 41:27; 52:7; 60:6; etc.). Esto tiene que ver con la intervención de Dios en la historia – interviniendo para juzgar a los pecadores, salvar a Su pueblo de sus enemigos, e implantar Su gobierno de paz y justicia universal (ver Sal 72; Is 9 y 11; etc.). El heraldo que anuncia la manifestación del reino de Dios, es llamado el ‘mebasser’ – la “anunciadora” (Is 40:9), o el “mensajero” (Is 41:27) de buenas noticias.

Los evangelistas presentan a Cristo como el pregonero de buenas noticias (ver Marcos 1:14-15). Sin embargo, Él mismo constituye el corazón de las ‘buenas noticias’, dado a que es por medio de Su Persona que el Reino de Dios se manifiesta (ver Mat 12:28; etc.).

Aparte del uso de esta palabra en el AT, ‘euangelion’ también tiene un trasfondo pagano. Para los habitantes del imperio romano, esta palabra estaba asociada con el culto al emperador. El anuncio del nacimiento del heredero al trono, la fecha en que llegaba a su mayoría de edad, o el momento de su coronación – todos estos eventos eran considerados ‘euangelia’ (“buenas nuevas”). Por ende, el anuncio del ‘evangelio’ de Cristo apunta a un conflicto entre el verdadero ‘euangelion’ de Dios (anunciado por las Escrituras del AT), y las supuestas ‘buenas noticias’ (‘euangelia’) de los dioses falsos del imperio romano.


“…de Jesucristo”

El nombre “Jesús” (‘Iesous’) viene del nombre hebreo, ‘Yeshúa’ (“Josué”). Era un nombre bastante común entre los judíos, hasta el segundo siglo d.C. Significa, ‘Jehová es salvación’ o ‘salvación es de Jehová’. Mateo 1:21 indica que este nombre fue dado por orden del ángel, y apuntaba a Su ministerio terrenal[5].
“Cristo” es más un título que un nombre propio. Significa, ‘el ungido’. Evoca todas las profecías del AT que hablan de la venida del Ungido de Jehová (Sal 2:2, 7-12; 45:7; Is 11:2ss; 42:1ss; 61:1ss).


“Hijo de Dios”

Estas palabras constituyen otro de los títulos de Cristo; un título que cobró mayor importancia después de Su muerte y resurrección (cosas que evidenciaron Su verdadera identidad; Rom 1:4). En realidad, los evangelios casi no mencionan este título.

Marcos coloca este título al comienzo del evangelio, para resaltar la importancia de los eventos que va a narrar a continuación. Estos eventos no son simplemente la historia de un ser humano, sino de Alguien que es nada menos que el eterno Hijo de Dios (ver Juan 1:18; Col 1:15; Heb 1:2).

El título, “Cristo”, apelaría a los judíos, mientras que el título, “Hijo de Dios”, apelaría a los gentiles, para quienes Marcos escribe en forma particular (ver ‘Introducción al Evangelio de Marcos’).

Aunque las palabras “Hijo de Dios” no se encuentran en algunos MSS antiguos[6], Marcos hace varias referencias a este título a lo largo de su obra (Marcos 1:11; 3:11; 5:7; 9:7; 14:61; 15:39). Lo interesante es notar que Cristo es llamado ‘Hijo de Dios’ solo por Dios el Padre (Marcos 1:11; 9:7), los demonios (Marcos 3:11; 5:7), y el centurión (Marcos 15:39)[7]. En esta manera, Marcos ilustra la ceguera espiritual de los judíos, que rehusaron reconocer la divinidad de Cristo.

Es interesante notar que cuando Pablo comenzó a predicar el evangelio, una de las primeras cosas que quiso demostrar fue que Cristo “era el Hijo de Dios” (Hch 9:20).


Verso 2

“Como está escrito en Isaías el profeta”

Aunque la RV traduce el verbo como si estuviera en tiempo presente (“está escrito”), en realidad Marcos usa el perfecto (‘gegraptai); por ende, se podría traducir, ‘Como fue escrito en Isaías…’ (comparar DHH, “El profeta Isaías había escrito…”).

Las citas a continuación (v.2-3) vienen de dos libros proféticos – de Malaquías (v.2) y de Isaías (v.3). ¿Por qué Marcos solo menciona a Isaías (v.2)? Aunque algunos comentaristas opinan que fue un error por parte del evangelista, esto no es probable. Los judíos conocían bien las Escrituras; especialmente las Escrituras que tenían que ver con la venida del Mesías. Es muy difícil pensar que Marcos haya hecho un error tan garrafal al comienzo de su evangelio.

Otras respuestas han sido dadas que merecen mayor consideración:

El anuncio de la venida de un Mensajero originó en el ministerio de Isaías; las palabras de Malaquías fueron simplemente un complemento de lo que Isaías había dicho siglos antes. Por ende, Marcos solo menciona el nombre de Isaías.
La profecía de Malaquías era parte del rollo de los ‘Profetas Menores’, que por ser una colección de profecías, por diferentes autores, no llevaba nombre propio. Por ende, Marcos no podía decir ‘Como está escrito en el libro de Malaquías el profeta’, porque tal libro no existía.

La palabra, “Malaquías”, significa ‘Mi Mensajero’. Muchos comentaristas opinan que este es un título, y no el nombre propio del profeta que redactó el último libro del AT. Por ende, Marcos no podía escribir ‘Como está escrito en Malaquías el profeta’.


“He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz…”

La cita viene de Mal 3:1a, donde el profeta afirma: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí” [8]. Cristo cita esta profecía en Mateo 11:10 y Lucas 7:27.

¿Quién es este “mensajero”? La palabra, tanto en este verso (‘angelos’), como en Mal 3:1 (‘malak’), significa ‘angel’ (en el sentido de ‘mensajero’). Algunos judíos lo tomaban como una figura que vendría en los últimos tiempos, preparando el camino para la venida de Dios. Sin embargo, en el primer siglo, la interpretación que prevalecía era que este ‘mensajero’ iba a ser el precursor del Mesías. La manera en que Marcos cita Mal 3:1, indica que ésta es su interpretación de ese pasaje[9]. El ‘mensajero’ es obviamente Juan el Bautista, a quien su padre lo llamó “profeta del Altísimo” (Lucas 1:76; ver Mat 3:1-3).

Una comparación entre el texto de Marcos, y la cita de Malaquías, indica que Marcos ha añadido la frase, “delante de tu faz”[10] (comparar Lucas 1:76, donde Zacarías predice de su hijo, “irás delante de la presencia del Señor”; literalmente, ‘irás delante del rostro del Señor’). Esta frase parece ser tomada de la LXX de Ex 23:20[11]). Para mayores detalles ver el comentario sobre Mat 11:10 y Lucas 7:27, donde el Señor mismo cita Malaquías 3:1, y añade esta frase.


“…El cual preparará tu camino delante de ti”

El verbo es ‘kataskeuazo’; significa, ‘preparar completamente’. Este verbo se usa en contextos de construcción (ver Heb 3:3-4; 9:2, 6); particularmente, del arca de Noé, que requirió un trabajo minucioso (ver Heb 11:7; 1 Ped 3:20).

¿Por qué era necesario preparar con tanto cuidado el camino para la venida del Mesías? La respuesta tiene que ver con la condición pecaminosa del pueblo de Dios en el primer siglo, luego de años de dominio por parte de naciones paganas (Babilonios, Medo-Persas, Griegos, Romanos[12]). El ministerio de Juan el Bautista consistió en denunciar el pecado del pueblo, y llamarles al arrepentimiento (ver Lucas 1:16-17; Marcos 1:4). También dio a conocer la salvación que vendría por medio del Mesías (Lucas 1:76-77), y la necesidad de enmendar sus caminos para recibir al Mesías (Lucas 1:79; 3:7-14). En este sentido, el ministerio de Juan el Bautista es un tremendo modelo de lo que debe hacer todo evangelista hoy en día.


Verso 3

“Voz del que clama en el desierto…

Esta cita viene de Is 40:3, “Voz que clama en el desierto: Preparad comino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios”. Marcos cita este texto en exactamente la misma forma en que lo hacen Mateo y Lucas (ver Mat 3:3 y Lucas 3:4).

El TM de Is 40:3 dice, “Voz que clama,

‘En el desierto preparad camino a Jehová;
enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios’”

Esto indica que el desierto no era tanto el lugar donde el mensajero iba a hablar, sino donde el camino tenía que ser preparado (para recibir a un rey proveniente del oriente, donde el pueblo de Israel estaba en el exilio[13]). En el contexto de Is 40:3-5, este “desierto” era toda la región desértica entre Babilonia y Judea, mayormente al este del río Jordán. Sin embargo, Marcos cita de la LXX, que relaciona el desierto con el lugar donde el mensajero iba a desarrollar su ministerio como heraldo del Mesías[14]. Esto resultó ser la región entre Jerusalén y el Mar Muerto, al oeste del río Jordán.

El verbo, “clama”, es ‘boao’. Significa un clamor muy fuerte y vigoroso. Es el verbo que se usa de Cristo clamando en la cruz, en el momento de Su muerte (Marcos 15:34). También se usa del ciego que clamó al Señor que tuviera misericordia de él (Lucas 18:38). En Hch 8:7 este verbo se usa del clamor de los demonios; y en Gál 4:27, de una mujer clamando con dolores de parto. Por ende, el cuadro que nos presenta Marcos es de un mensajero que estaba hablando enérgicamente (ver DHH y NVI), llamando a los pecadores a arrepentirse, y a prepararse para la venida del Mesías.


“…Preparad[15] el camino del Señor…”

Según Is 40:3, el “Señor” (‘Kurios’) es nada menos que “Jehová”. En el contexto de Is 40, lo que el profeta tenía en mente era la venida de Dios, manifestando Su gloria y trayendo a los exiliados (comparar Is 40:5, 10). Pero resulta que el Dios que iba a venir no era Dios el Padre (como pensaban los judíos), sino Dios el Hijo, el Mesías divino; y las personas que iban a ser rescatadas, no eran tanto los judíos exiliados (Is 40:11), sino las personas que estaban aprisionadas por Satanás (comparar Is 61:1-3, y Lucas 4:17-21).


“…Enderezad sus sendas”

La imagen que el profeta tiene en mente es la de un gran potentado, cuyo camino se está preparando para su mayor comodidad, y pronta llegada (ver Is 40:3-5). Según la imagen del mensaje original, el ‘camino’ sería un sendero literal; la idea siendo que un gran rey requiere el uso de un camino que sea lo más recto y plano posible. Dos cosas obstaculizaban la llegada del Gran Viajero – una ruta torcida (entre las montañas), y los altibajos (valles y montañas). Todo esto tenía que aplanado y enderezado, para facilitar la venida del Gran Rey.


El ministerio del heraldo (Juan el Bautista) consistía en decir al pueblo que ellos tenían que preparar el ‘camino’ de sus vidas y corazones; que no haya nada en ellos que estorbaría la venida del Rey Mesías. Los aspectos ‘torcidos’ de sus vidas tenían que se enderezados por el Espíritu Santo, y las cosas ‘ocultas’ (los valles) o su altivez (el orgullo) tenían que ser sacados a la luz, o nivelados, para que Dios se manifestara en sus vidas.


El mensaje de Juan es un mensaje muy pertinente para nuestros tiempos. Si queremos una mayor manifestación de Dios en nuestras vidas, tenemos que preparar nuestros corazones para ello; arrepintiéndonos de nuestros pecados, y ‘convirtiéndonos’ a la clase de vida que agrada a Dios. Solo así podremos experimentar una mayor revelación de Dios en nuestras vidas.





































III. HOMILÉTICA


TEMA: “El Corazón del Evangelio”

En estos primeros tres versos tenemos una presentación del corazón mismo del evangelio. El evangelio tiene que ver con la venida de una Persona de tremenda importancia, con un propósito muy particular; y para aprovechar de esta venida, tenemos que preparar nuestros corazones para recibirlo.

Ampliemos estos puntos.


1. LA IMPORTANCIA DE LA PERSONA (v.1b)

¿De quién trata este libro que vamos a estudiar? Es de una Persona de gran importancia. Marcos lo describe con tres nombres o títulos:

a. Es ‘Jesús’

b. Es ‘Cristo’

c. Es el ‘Hijo de Dios’


2. LA IMPORTANCIA DE SU VENIDA (v.1a)

¿Para qué vino Cristo? La respuesta está en la palabra, “evangelio”. El ‘evangelio’ (‘buenas noticias’) tiene que ver con:

a. La Intervención de Dios

b. La Manifestación del Reino

c. La Salvación del Hombre


3. LA IMPORTANCIA DE LA PREPARACIÓN (v.2-3)

Si queremos beneficiarnos de estas ‘buenas noticias’, ¿qué tenemos que hacer? ¡La preparación es muy necesaria! Tenemos que:

a. Hacer Caso al Mensajero

b. Preparar Nuestros Corazones
[1] Comparar el comienzo del libro de Oseas, en la LXX – ‘Arje logou Kuriou en Osee’ (‘El principio de la palabra del Señor, por medio de Oseas’).
[2] Es interesante observar las palabras de Lucas 16:16, “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado…”. Por ende, el ministerio de Juan marca el inicio del ‘evangelio’ (aunque comparar Juan 1:17, que indica que el ‘evangelio’ comenzó con Cristo mismo).
[3] Sin embargo, debemos notar que la palabra ‘evangelio’ no se usó de los primeros cuatro libros del NT (‘los Evangelios’) hasta el segundo siglo de la era cristiana. Por ende, Marcos no está usando esta palabra en el sentido que se usó posteriormente, de un libro que narra la vida de Cristo.
[4] Especialmente Mat 4:23; 9:35; 11:5; Marcos 1:14-15; Lucas 4:43; 8:1; etc.
[5] Ver también Lucas 1:31; 2:21.
[6] Esto probablemente se debe a que algún copista los omitió por error, y este error fue duplicado en las copias que se hicieron posteriormente de este texto.
[7] En Marcos 14:61, el título es usado por el Sumo Sacerdote, pero en un contexto de incredulidad y abierto rechazo de la validez de este título.
[8] Algunos comentaristas observan que la primera parte de la cita (“He aquí, yo envío mi mensajero…”) viene de la LXX de Éx 23:20a (donde la palabra “Ángel” significa ‘mensajero’); la segunda parte (“…el cual preparará el camino delante de…”) concuerda con el TM de Mal 3:1.
[9] En realidad, las dos interpretaciones resultan ser ciertas, porque el “mensajero” de Mal 3:1a, prepara el camino para el “Ángel del Pacto” (Mal 3:1b), quien es descrito como “el Señor” (‘adonai’). A la luz de pasajes tales como Éx 23:20; 32:34; 33:2, el “Ángel del Pacto” parece estar identificado con el ‘Ángel de Jehová’ – un ser Divino.
[10] Las versiones DHH, NVI y RVA omiten esta frase, al parecer considerando que es una frase idiomática, que simplemente significa, ‘delante de ti’; la BDLA la retiene.
[11] La LXX de Ex 23:20 dice, ‘idou ego apostello tov angelon mou pro prosopou (rostro) sou’ (que es exactamente lo que dice Marcos 1:2a.
[12] Durante este tiempo, el pueblo de Dios se había corrompido moral y espiritualmente; evidencia de eso hallamos en la cantidad de personas endemoniadas mencionadas en los evangelios. La arqueología demuestra mucha evidencia de prácticas ocultistas en este tiempo, en Palestina, como también de la influencia del helenismo (gimnasios, templos paganos, etc.).
[13] Para mayores detalles de esto, ver el comentario sobre Is 40:3-5.
[14] Para mayores detalles acerca de por qué Juan el Bautista desarrolló su ministerio en el desierto, ver notas sobre Marcos 1:4.
[15] Aquí el verbo es ‘etoimazo’, que significa simplemente, ‘alistar’ (ver Marcos 10:40; 14:12, 15; etc.).